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Instituto secular fundado por José María Escrivá de Balaguer en 1928, con el nombre de "Hermandad de la Santa Cruz" con miras a la atención espiritual de los jóvenes que él animaba en diversos compromisos cristianos. Luego, al amparo de sus eficaces servicios culturales y económicos, evolucionó a "Prelatura nulius" por privilegio concedido por Juan Pablo II en recompensa de los servicio prestados por la Institución a las obras del Vaticano.
La tal prelatura, especie de diócesis secundaria y extraterritorial, cuyos sacerdotes quedan parcialmente exentos de la dependencia a los Ordinarios de cada lugar, se halla extendida por diversos países, sobre todo España y Suramérica. Ejerce una misión de apoyo y orientación en ámbitos religiosos y también políticos, académicos y sociales y hasta financieros, con miras a santificar las realidades terrenas como debe hacer todo laico consciente de su vocación bautismal.
La actitud reservada, incluso el secretismo, de las actuaciones de algunos de sus miembros dirigentes, motivó determinada actitud adversa, ciertamente injustificada, en los que no simpatizan con su espiritualidad. Pero estas antipatías, en ocasiones críticas, aparecieron a lo largo de la Historia ante otras instituciones religiosas de singular mérito, como los templarios, los dominicos, los jesuitas.
Tales actitudes que muchas veces sirvieron para que los citados institutos reflexionaran y mejoraran sus formas de servicio a la Iglesia, también pueden servir de estímulo para que esta Institución tan meritoria en el siglo XX oriente su trayectoria hacia mejores formas que hagan transparente su estilo de vida y sean compatibles con una sociedad de la información y de la flexibilidad que todo lo desea saber y que termina consiguiéndolo y que se presenta como plurifiorme y nunca aferrada a directrices coactivas. (Ver Escrivá de Balaguer. José María)
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